sábado, 5 de diciembre de 2015

Un repaso por la carrera de Genndy Tartakovsky (De 1991 a 2015)

¡Hola! Antes que nada, me presento: Soy Paul Noguerol, y me hago llamar Mosca Covalente. Aunque esto no es un orgullo para nadie, soy el único representante mendocino del blog.
Formalidades aparte, esta vez me toca hacer un homenaje a uno de los grandes de la animación norteamericana, que pocos ubican por su nombre, pero todos conocemos a partir de sus series. Estoy hablando de Genndy Tartakovsky. No, no es un polaco que dirige películas incomprensibles, sino una de las figuras ilustres de la edad dorada de Cartoon Network, que ahora ha vuelto a estar en el candelero con la (¿odiada?, ¿querida?, ¿ignorada?)  película Hotel  Transilvania, que estrenó su secuela en este año.


Sin aburrir, primero demos un repaso por su biografía, Nació en Moscú en 1970 (un año con número redondo, perfecto para los que gustamos de recordar fechas inútiles).  Como hijo de padres judíos, tuvo una infancia bastante complicada que llevó a su familia a establecerse en Estados Unidos, donde entró en contacto con la cultura nerd y geek que estaba de moda en los años 80 (Star Wars, los superheroes, los robots gigantes japoneses y demás productos que hasta hoy siguen haciendo las delicias de los asmáticos)

Pero su carrera empieza en esa década que tanto nos gusta recordar con nostalgia: los 90. Tras un paso por la Universidad de Artes de California (de la que salieron varios grandes de la animación yanqui de todos los tiempos, desde Tim Burton hasta los cerebros detrás de Pixar) Genndy  comienza a trabajar para Hannah Barbera . 



¿Se acuerdan de Hannah Barbera? Sí, esa compañía que produjo los dibujos animados más importantes que se pasaron durante años todos los sábados a la mañana, y hoy ilustran las remeras que compramos en el Wal-Mart por una módica suma.


 En los tempranos 90, la empresa estaba casi en la quiebra, y quería recuperar el público y la calidad artística que había perdido durante los 80, la era en la que las series, basicamente, estaban pensadas para vender muñequitos. Cuando Cartoon Network compra los derechos para la transmisión de casi todas las series clásicas de la empresa, los de Hannah Barbera se plantearon aprovechar este empujón y darle una  lavada de cara a la compañía de animación. La idea era revivir el clásico estilo de series como Los Picapiedras o los Supersónicos, pero con una mirada moderna y creativa. Los ejecutivos apostaron por animadores jóvenes y sin experiencia, como el caso de Genndy, quien produce con ellos su primera serie "Dos Perros Tontos".


A simple vista, la serie era una respuesta al éxito de Ren y Stimpy (de John Krifauci, otro grande que habría que repasar en algún momento) en Nickelodeon.. Pero si lo enfocamos desde una perspectiva histórica, marcó el comienzo de una renovación en el estilo de la empresa. Se mantenían las características clásicas de Hannah Barbera, que perduran en toda la obra de Tartakovsky y en casi todas las series de Cartoon Network de la década, e incluso de hoy en día : Los personajes, dibujados con los trazos más simples posibles (las clásicas figuras cabezonas, con narices grandotas y gordas o largas y finitas...ejem),  estaban en primer plano, destacados por contornos gruesos, mientras que el fondo ocupaba un segundo lugar, priorizando los objetos que son importantes para la trama del episodio. Todo esto debía ser acompañado por una animación fluída y dinámica que condensara la acción.  Con un estilo fiel a los dibujitos animados clásicos, era muy importante que la premisa de la serie estuviera clara desde un principio, para que pudieras ver cualquier episodio y entender de qué se trataba la cosa. En este caso,  eran dos perros tontos, y nada más. Y, además, a diferencia de casi todas las series de los 80, no era "solo para nenes" ni "solo para nenas" (aunque esta no fue la primer serie de los 90 en tener esta característica, sino que fue un proceso que se fue dando).




Si bien la serie no fue un éxito, sí sirvió para que la empresa se animara a iniciar una verdadera nueva etapa.  Para realizar tan ambiciosa empresa crearon "What a Cartoon!", conocida por todos como "Qué historia tan maravillosa, el Show" o "el programa con el corto del gusano que se quemaba con ácido y me traumó durante toda la infancia". La idea del show era darle lugar a animadores más jóvenes (algunos ni siquiera habían terminado la universidad) para que presentaran sus cortos animados, basándose en el estilo de Hannah Barbera, pero con total libertad creativa. Tartakovsky se involucró activamente en el proyecto. El resultado fue un montón de cortos geniales, irreverentes y desquiciados,  que en su mayoría se convirtieron en series insignia de la señal durante los 90, como fue el caso de la Vaca y el Pollito, Coraje el Perro Cobarde, o la serie de la que voy a hablar ahora: El Laboratorio de Dexter, creada por el mismo Tartakovsky.


En esta serie de 1996, que ya todos conocemos y recordamos,  estaban todas las características que ya mencionamos (el estilo era simple; la premisa estaba clara y se repetía en cada episodio: un niño genio con un laboratorio secreto y una hermana que siempre arruinaba sus inventos)  pero hay además algo muy propio de Tartakovsky: las referencias cinéfilas y geeks. A través del personaje de Dexter, que podría ser su alter-ego, el tipo aprovechó para homenajear a todo el mundillo nerd que lo obsesionó de pequeño (los comics de superhéroes, el cine de Ciencia Ficción, la Space Opera, los westerns, el cine de Samurais,etc) paseando por varios subgéneros que más adelante se pudo dar el lujo de explorar con profundidad. 

Si te ponés a repasar los nombres de los creadores de dibujos animados de los 90 para acá, pocos, incluso los más talentosos, pudieron producir más de una serie exitosa. No fue el caso de Genndy, que en 1998 produjo "The Powerpuffs Girls", (o "Las Chicas Superpoderosas" o "Las Chicas Coquetas, o "Las supernenas" (!!!) ). Si bien él no es el creador de la serie, sino su amigo Craig McCracken, su influencia es notable, y más si la comparás con las series que hizo McCracken posteriormente sin la producción de Tartakovsky, como "Mansión Foster para amigos imaginarios" o "Wander Over Yonder" que tienen un estilo algo diferente y más personal.


Acá se mantenía la estética Hannah Barbera (aunque se introducen los ojos brillantes al estilo animé, que, aunque más chiquitos, se mantienen en Hotel Transilvania, por ejemplo), y , al igual que Dexter, tenía una premisa reconocible que se explicaba al inicio de cada episodio (y que no voy a repetir a menos que hayas nacido ayer). Las referencias al mundo friki no podían estar ausentes: Habían guiños al Superagente 86, al  género manga de las Magical Girls, los westerns, los superhéroes, el cine kaiju de monstruos gigantes, los robots japoneses, y los videojuegos clásicos de la época (como el Legend of Zelda) entre otras exquisiteces. Además, la película-precuela de la serie también fue producida por él, de la cual también estuvo encargado de la dirección de arte

La serie duró seis temporadas (de gran calidad, aunque demostró cierta decadencia en las últimas) que se emitieron en la misma época que Dexter, a finales de los 90 y principios de los 2000. Pero es en esta primera década del siglo XXI cuando este estilo de animación tan característico iba a dar un paso más adelante, con la emisión de Samurai Jack en 2003. 


Esta serie narraba la historia de un Samurai de la era Edo que había sido predestinado a destruir a un demonio maligno llamado Aku, que era capaz de cambiar de forma a su voluntad, y, como todo buen villano, quería conquistar el mundo. Al perder la batalla con Aku, el demonio no solo lograba conquistar el mundo, sino que enviaba a Jack al futuro. Viviendo en un mundo que no comprende y no debería existir, en cada uno de los episodios veíamos al espadachín japonés vagando por territorios inhóspitos,en la búsqueda del portal que le permitiera viajar hacia el pasado, derrotar a Aku, y eliminar ese futuro para siempre. Aunque es una premisa un poco más compleja que las anteriores, también estaba explicada claramente antes del comienzo de cada episodio.


En esta tenemos lo mismo de siempre, pero mucho más. Ahora las influencias van más por el lado de las películas de samurai de los 70 y los comics de Frank Miller (la premisa hace acordar a Ronin, e incluso hay un episodio que recrea la famosa batalla de los 300 espartanos, mucho antes de que a Gerard Butler le dieran ganas de mostrar los pezones en cámara).


 El estilo de los contornos gruesos y los personajes dibujados con trazos simples se mantiene (¿acaso Jack no es igual al profesor Utonio pero con colita?) pero hay un cambio sustancial en cuanto a la animación, que le daría un estilo propio a su manera de animar: La serie se caracterizaba por tener un contraste muy marcado entre las escenas panorámicas y contemplativas en las que se ve a Jack caminando por enormes y desérticos escenarios, y las agilísimas escenas de acción al estilo de las clásicas películas de Samurais. Ahora los fondos, aunque simplificados, tenían muchos más detalles en los objetos, dejaban de estar en segundo plano y se destacaban mediante colores fuertes y exóticos, con un excelente uso de las gamas de colores, como si todo formara parte de un tapiz oriental. También es característico el uso predominante de un color, que veces hasta teñía la pantalla con variantes de un solo color.










Todo lo aleja del estilo clásico de Hannah Barbera, pero sin perder la esencia original. Además, El uso de la pantalla dividida, el Widescreen y la casi ausencia de diálogos (hay capítulos en los que al que hacía el doblaje de Jack le pagaban solo por decir "te clavo el sable") marcaron un estilo tan distintivo que se transformaron en la marca de Tartakovsky. Si prestás antención, tanto en la última temporada de Dexter como en el inicio de la película de Las Chicas Superpoderosas se pueden ver marcas de este estilo.
      

En 2003 esta forma de narrar llamó la atención de George Lucas, que en ese momento estaba preparando las precuelas que tanto irritaron a los fanáticos, y lo llamó para que hiciera la microserie Star Wars: Clone Wars, ubicada entre el episodio II y III de la saga. Aunque la animación era exactamente igual a Samurai Jack, pero con Jedis, estos micro-episodios constituyen una de las mejores series del viejo universo expandido Star Wars (hoy llamado Legends). Su estilo fue aclamado por la crítica, y su éxito ayudó a difundir la animación de Tartakovsky. Sin ir más lejos, podemos ver mucha influencia de Tartakovsky en la película de animación argentina Martín Fierro: La Película, de 2007.















Sin embargo, este sería el pico de su carrera. En 2004 Samurai Jack es cancelada, (dejando la historia inconclusa) Star Wars Clone Wars y en lo que resta de la década no conoció más éxitos. La serie Titán Sim-biónico, que creó en el 2010, fue un fracaso, y fue seguida por varios proyectos que fueron cancelados, pero le abrieron el camino para que en 2011 dirigiera Hotel Transilvania, su primer incursión en la animación 3D, y su mayor éxito en los últimos años,





Aunque sigue estando a la sombra de las películas de animación de los estudios más taquilleros del momento, y no llama tanto la atención a simple vista, considero que es una película brillante, en la que se puede apreciar su estilo característico. Aún en el 3D el diseño de personajes es reconocible y más caricaturesco que otras propuestas más realistas, como Pixar o Dreamworks, y las referencias cinéfilas y geeks siguen presentes (considero que el guiño a crepúsculo en la primer es una joya total).



                                 

Y como llegamos al presente, también llegamos al final. Nos queda la esperanza de que con el tiempo el buen Genndy le agarre la vuelta a esta década y nos siga sorprendiendo con sus brillantes animaciones mainstream. Además, ¡ya se anunció en Adult Swim la nueva temporada de Samurai Jack, para el 2016! (aunque aún no se conoce la fecha)












Y bueno, ¡chau! Con esto termino, y nos seguiremos leyendo en otra ocasión, para hacer un repaso por la carrera de otro maestro de la animación, el comic o el cine (o para vaya a saber qué cosas, jaja)